22/8/13

Luna

La luna llena, amarilla lo seguía. Con la panza llena mofándose de las sobras de la noche lo siguió por el camino. Ella inalcanzable, intocable, el impresentable, irreparable. El borracho cuyo corazón estaba roto se sintió hechizado por la reluciente esfera, creyó ver en su superficie la blanca cara de la que una vez amo y se decidió a cambiar de roles en un camino de tierra en medio del campo, y esa noche el fue quien siguió a la luna.
                La blanca dama paseo por el firmamento, baño de plata los campos hasta volverlos de ensueño, acuno a niños junto con sus madres para que adentraran en los reinos de Morfeo y despertó a las lechuzas para que buscaran alimento. Durante todo ese tiempo nuca se dio cuenta de que su adorador seguía sus pasos y que con los tumbos aplastaba los plateados pastos, con sus gritos despertaba a los durmientes niños y con cantos beodos asustaba a las presas de las lechuzas. Ella fría en el cielo recorría su camino indiferente, el imparable la seguía desde la tierra, creyendo en su ebriedad, que la luna le guiñaba un ojo y hasta le tiraba besos.
Pero paso la noche entera y el borracho a su amada no pudo abrazar, y la luz de la aurora lo encontró durmiendo la mona bajo un tronco. La escarcha del roció cubría al borracho que en su sueño sostenía a la Luna en sus brazos. Mas tarde y despierto lloro por su verdadero amor muerto, por aquella dulce mujer de blanca cara que el destino le quito y decidido a olvidarla se abrazo a la botella de ginebra mas cercana hasta que llego la noche.
                Con ella asomo la luna nuevamente. Al verla el borracho enloquecido la siguió. Nuevamente  aplasto los campos, despertó a los niños y espanto a la caza. Nuevamente se durmió al amanecer al abrigo de algún tronco perdido en el campo.

                El borracho cada luna llena repetía su carrera, se ahogaba en ginebra, perseguía a la luna, era arropado por la escarcha y su corazón de vuelta sangraba con cada despertar, solo sin su amada.  Luego de años y años, el borracho anciano, ahogado en la ginebra salió a perseguir la luna, esta vez ella lo llevo cerca de una laguna, negra y plateada en la clara noche , casi un espejo perfecto. El borracho confundido contemplo dos blancas lunas, las contemplo por un largo rato y decidió que la mas cercana era la verdadera y en un solo salto se sumergió en la laguna.

Su peso muerto lo arrastro al fondo, desconcertado por no ver el blanco rostro allí con el giro desesperado, grito el nombre de la que amaba llamándola para que venga a abrazarlo y las plateadas y frías aguas ahogaron su grito, pero el en las profundidades vio la cara de sus recuerdos. Ella caminaba despacio, sonriendo, el pelo negro suelto cual sirena flotaba alrededor, vestía de blanco puro como la luna y en cuanto lo toco el volvió a ser joven y sobrio. Flotaron juntos a la superficie tomados de la mano, susurrando sus nombres tiernamente, montándose en el reflejo de la luna, que extasiada feliz los contemplada, contenta de haber unido a los amantes.

1 comentario:

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Emilia